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Diego Cerón Ruiz, un testimonio de fe y superación

Diego Alejandro Cerón Ruiz es un joven voleibolista que por vez primera integra la selección mayor de El Salvador, y quien tuvo su debut recientemente en Guatemala, tras el inicio de la XXI Copa Centroamericana Mayor Masculina.

Hace poco menos de un año su estado de salud tenía diagnóstico reservado, tras sufrir un accidente cerebrovascular mientras hacía lo que más ama: jugar voleibol, y del cual, por primera vez, comentó hace unos días a través de su Facebook.

“Creo que el día ha llegado… Vi la importancia de disfrutar la vida y a mis seres queridos… hace 11 meses sufrí un accidente cerebrovascular, se escucha fácil y parece mentira lo que pasó, en realidad no he superado cierto episodio luego que mi mamá que estaba en la ambulancia conmigo viera como sufrí un infarto, no quiero imaginar el dolor que sintió en dicho momento…al despertar en el hospital, no saber qué hago ahí, ni recordar lo que pasó, supe que tenían que operarme por un coágulo en una arteria del cerebro, que impedía que tuviera oxígeno y perder el movimiento por completo de mi brazo izquierdo”, recordó el atleta de 20 años.

Diego, ese día jugaba la semifinal del torneo Asprovoley, evento en el que competía con su equipo College Cup, sin sospechar que algo en su interior estaba mal. 

Su padre, Gerson Cerón Mena, quien fungía como su el entrenador, tuvo la oportunidad de estar en ese momento, y con el tiempo se daría cuenta que volvería a experimentar un episodio similar que vivió como entrenador de voleibol de playa, cuando el atleta Carlos Leiva, durante un entrenamiento, murió prácticamente en sus manos, a causa de una aneurisma cerebral.

“Fue un trauma que tuve prácticamente un mes, porque uno se pregunta: ¿Habría sido yo el culpable?, pero nos dimos cuenta de que fue un aneurisma cerebral que venía de tiempos; sin embargo, como ser humano le afecta, porque al ver a mi hijo postrado en la cancha, sin poder ayudar, se me vino a la mente todos esos momentos”, recuerda Cerón.

“El coágulo ya estaba, pero era mínimo, por lo cual no sentía nada y al momento de ir a rescatar una pelota, en un punto, el coágulo aumentó y tapó la oxigenación del cerebro, ya que fue en el centro del cerebro, y al levantarme me quedé mareado, y me dolía bastante el pecho, por lo cual busqué a mi papá y él me dijo: ‘dale, vos podes’, e ingresé de nuevo a la cancha, y pues, después le dije que pidiera tiempo, que ya no aguantaba el dolor y me desmayé en sus brazos”, narra Diego.

Tras su ingreso al hospital, Diego recuerda que vio una luz blanca y así se dio cuenta de donde estaba. Veía entrar y salir a sus padres y su madrina  (Sonia de Ramírez) de su habitación, todos preocupados por su salud, pues no eran buenas noticias.

“Ver entrar a mis doctores en el momento, a mis papás, mi madrina y escuchar que iba a entrar a sala de operaciones y decirme el doctor que había un 80% de quedar en estado vegetal y 20% de salir bien fue lo más difícil”, describe Diego el angustioso episodio.

“No podía mover mi brazo, a falta de oxigenación, luego mi madrina entró y me dijo: ´hijo, yo sé que Dios está contigo, que la virgen te guarda siempre, donde sea que vayas, agarrá el rosario ́, y ella abrió mi mano y me lo puso en el pecho”. Tras una hora, dice Diego, su médico nuevamente va para evaluarlo, antes de trasladarlo a la sala de operaciones, y trató nuevamente, y vio que el brazo le respondió, lo cual fue impresionante, recuerda.

“En cuestión de una hora recuperé el movimiento de mi brazo, eso retrasó la operación y se volvió a tomar un TAC para ver si seguía el coágulo, el cual había desaparecido pero seguí 3 días en cuidados intensivos”, menciona.

Por fortuna de Diego y su familia, la operación no fue necesaria, ya que todos los exámenes a los que fue sometido en ese momento resultaron favorables.

Al regresar a su casa, Diego menciona que se sometió a muchos más exámenes, hasta que lo mandaron a hacer uno final, el cual definía si regresaba a jugar lo que tanto ama: el voleibol.

“La doctora no me preguntó sobre mi historial médico y (solo) dictaminó: olvídate del deporte. Saliendo de su clínica, nos abrazamos con mi mamá rompiendo en llanto los dos, caí en depresión y sintiéndome una persona inservible, quería pasar solo en mi cuarto y no ver a nadie, ya que por meses pasé en silla de ruedas sin hacer fuerza, ni tener emociones, cada día llorando por saber que no podría regresar a jugar”, comenta en su red social.

“Lo más difícil fue el mal diagnóstico y la depresión en la que me encontraba después, y el ver a mis compañeros de equipo entrenar y yo no poder”, reitera el atleta, quien practica voleibol desde los seis años.

Pero Dios tenía otro destino para Diego. “Luego aparece una luz en el camino que me dice: busca otro hematólogo y fui junto a mi mamá a donde el Dr. Milton Carranza, quien desde el momento que ingresé a su clínica me revisó cada parte de mi cuerpo, indicándome más exámenes para darme su diagnóstico. Desde ese momento empecé a sentirme feliz y saber que todavía podía regresar a jugar”.

Este fue el principio del fin de ese mal momento de salud de Diego, quien desde su posición de líbero deseaba regresar a las canchas.

“Luego de presentar todos los exámenes y hacer el análisis, me indica empezar gradualmente mí actividad física, para regresar al voleibol, lo cual grité de la emoción al momento de salir de la clínica”, describe el voleibolista.

“Luego de tres meses de empezar la actividad física me indicó regresar a la duela el 9 de agosto de 2021, y hoy hago mi debut oficial en selección mayor. Gracias a cada una de las personas que apoyaron mi regreso, sobre todo a Dios por darme esta bendición. ¡Moriré por defender la bandera que cargo en el pecho y daré lo mejor de mí!”, describió.

Diego se graduó del Colegio San Francisco el 11 de diciembre de 2020. “Por lo mismo de mi recuperación no pude asistir, solo recuerdo la fiesta de graduación, que fue un día antes que me dieran de alta para empezar a caminar”, comentó.

El voleibolista dice estar muy agradecido “porque el primero en responder en la emergencia fue el Lic. Yamil Bukele”, presidente ad honórem del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (INDES).

Sobre este aspecto, el padre de Diego mencionó que “doy gracias a mucha gente que nos apoyó, principalmente el presidente del INDES. Muy generosa su gestión, su ayuda, en los momentos más difíciles, él estuvo muy pendiente, cosa que se lo vamos agradecer no solo hoy y mañana, sino toda la vida. Se nos queda corto el listado de tanta gente que quisiéramos agradecerle”, declara Gerson.

Asimismo, considera que su hijo es un “milagro viviente”, ya que al experimentar este incidente y sus consecuencias, lo único que les quedó como principal remedio era la fe en  Dios para que se recuperara.

Sobre ese proceso de recuperación Diego menciona que “empecé terapia en la Clínica de Atención al Atleta Federado, con Donalds (Trujillo, fisioterapista del INDES), como todos lo conocen. Él ha tratado todas mis lesiones en mi carrera deportiva. Empecé a recuperar la fuerza en mi brazo izquierdo, ya que por el accidente y falta de movimiento, perdí la fuerza. Ejercicios de fuerza, de reacción con el brazo, la movilidad poco a poco fue incrementando la carga, según me indicaba el fisioterapeuta Donald”. 

El proceso lo ha llevado hasta la fecha a debutar como seleccionado mayor, ya que anteriormente fue parte de la sub-21 y sub-19. 

Ver nuevamente jugar a su hijo,  dice Gerson, lo hace sentir un gran orgullo, “porque sé lo que es vestir una camiseta, sé lo que es llegar a un país y ganar, oír el himno nacional, a pesar de todas las falencias que se puedan tener, pero siempre con el amor al deporte que toda la vida se ha tenido y,, ahora darse la oportunidad de poderlo ver en una selección mayor, a pesar del corto tiempo de haber vencido, no la enfermedad, sino la oportunidad que Dios le dio, porque no hay otra forma que expresarlo”, reflexiona Gerson.

Además de jugar, el voleibolista se dedica a trabajar, lo cual combina con sus entrenamientos. “De 8:00 a.m. a 6:00 p.m., trabajo, y de 6:30 p.m. a 9:00 p.m., entreno”, reitera.

Tras pasar y salir exitosamente de su proceso de recuperación, Diego enfatiza que “siempre digo a cada persona que veo, disfruten su vida y sus seres queridos, que la vida se va en un abrir y cerrar de ojos”.

Asimismo, agrega que describir a través de su red social lo que le sucedió tiene el propósito de “demostrar que Dios está en cada uno de nosotros y los milagros existen, y se puede superar cualquier adversidad con fe y disciplina”, finaliza.

Publicado el 04-11-2021.

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